lunes, 8 de diciembre de 2008

De Perú

Bueno, el último de los destinos en Ecuador, fué no muy disfrutable. En Guayaquil no quieren a los de la Sierra, les gusta pensar que ellos son toda y que definitivamente la economía de su país esta basada en esa zona. Hace un calor impresionante, hay mucha gente y mucha suciedad. Eso si, tienen el Malecón 2000, en el que se han invertido millones de dólares, y es super moderno, lleno de restaurantes, torres, hay cines y un museo muy interesante. Un buen lugar para apreciar el río Guayas.

Ahí comenzaron nuestros encuentros con los buses-cama. Toda la noche viajando, hicimos migración de madrugada y llegamos por la mañana a nuestra primera parada en el Perú. La ciudad de Piura, que solo nos sirvió de escala para tomar otro autobus, 3 horas más hacia Chiclayo, ciudad en la que en sus alrededores, se encuentran sitios arqueológicos famosos, como las tumbas del Señor de Sipan y donde se come el mejor ceviche de todo Perú.

Sin bañarnos y practicamente sin dormir, lo que me transporto a mis días de mochiliadas en Europa, durmiendo en trenes...y con ese sol que te quema la piel, nos montamos en el diminuto taxi de un señor gordito y muy simpático que por 50 soles nos llevó hasta el sitio en cuestión. Yo la verdad no tenía mucha energía para ver calaveras y huesos enterrados y desenterrados y solo pensaba en un buen baño y una cama.

Esa misma noche tomamos otro bus hasta Lima, más de 1000 kms, más de 12 horas, un sueño un poquito mejor que el de la noche anterior, para llegar a una ciudad enorme, muy gris, tan tan nublada como mi mente a veces.