lunes, 3 de mayo de 2010

Nada

Correr tan rápido como pueda al medio de la nada. In situ, rodeada de mil espejos naturales, caer desfallecida al suelo alfombrado cubierto de musgo. Sentir su suavidad en la piel de la cara, restregar los cachetes, jugar con la nariz haciendo circulitos. Oler la tierra, descansar cansada y tranquila en ella. Quedarme dormida ahí, y soñar la realidad.

Escuchar insectos, aves, mamíferos, ser la visitante de esos mundos paralelos, sentarme en el anfiteatro de la vida, deleitarme con todas esas melodías. Querer unirme a ellos para siempre y no poder, gritar fuerte y que mi gemido para mi consuelo se funda con su música. Que algo de mi penetre en esos confines, para que entonces no me sienta tan separada.

Talvés a mi regreso de la nada, pienso, ahora, que las cosas pueden ser un poco diferentes. Aquí, pareciera ser que la matriz se ha resquebrajado un poco y encuentro posible la infiltración de un halo de luz. No importa que sea tenue, casi imperceptible. Representa mi única salida, significa esperanza.

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